sábado, 20 de septiembre de 2008

Heidi

Personalmente suelo asociar el nombre de Heidi a las montañas suizas de cuando veía los dibujos animado de Heidi y Pedro. Pues bien, ayer conocí a una Heidi en Beijing y conseguí irme con ella de vuelta a casa.

Primero estuve en una cena de despedida de una amiga china – Jing. Ella se va a vivir a Zurich por un año con una beca que le han concedido.

Estaba bien acompañado con dos amigas francesas (Dominique y Lucie). Estábamos contándole a Jing sobre nuestras experiencias en el extranjero, ya que ella estaba a punto de comenzar su primera experiencia viviendo en el extranjero. Hablábamos por ejemplo de las razones que te hacen irte a vivir a otro país. Tanto de las que decimos cuando nos preguntan como de las que realmente hay detrás que muchas veces ni nosotros sabemos. Yo le decía, que estoy convencido que te afectan más las cosas que pasan a tu alrededor y que hacen que tu estado de ánimo suba y baje con mayor facilidad y frecuencia. Todos coincidíamos en que siempre aprendes de los sitios nuevos visitas, de la gente nueva que conoces. Además, por ejercicio comparativo aprendes un montón sobre ti mismo, sobre tu propio país, sobre tu propia familia y amigos. Al final coincidíamos en que vivir algún tiempo fuera suele ser positivo.

Después de la cena nos fuimos a un sitio muy coqueto a tomar un café. Allí Jing nos hablaba de la limpieza de cosas que había hecho durante los últimos días. Entre todas esas cosas también estaba una bicicleta, que tenía aparcada en un parking de bicicletas al lado de una estación de metro y que pensaba dejar abandonada. Incluso nos la describió: era de color verde como ese que se iba a encontrar en las montañas suizas uno días después. Sólo que un poco más oscura debido al óxido acumulado de dormir a la intemperie. En Pekín no es habitual ver a gente durmiendo por la calle por la noche, pero si es muy habitual ver un montón de bicicletas durmiendo al sereno. Desgraciadamente cada vez tienen menos espacio, debido al número de coches que crece cada día a una tasa de más de 1000 diarios (i.e. aproximadamente 400.000 coches nuevos al año). Las bicicletas aquí es habitual que tengan una cesta en la parte frontal y Jing nos decía que la suya la tenía blanca. Hay mucha gente que pone encima del sillín una bolsa de plástico, las cuales protegen el sillín de la lluvia pero escasean un poco desde que el pasado 1 de Junio comenzó una nueva normativa sobre las bolsas de plástico y que obliga a los comercios a venderlas. Cuando llegó el momento de decirnos el color de la bolsa que había colocado en el sillín de su bici tenía problemas en acordarse ya que en los últimos días de mudanza había utilizado demasiadas bolsas de plástico durante el embalaje. No estaba segura si era de amarillo (color real), color rojo (el de la suerte) o realmente una mezcla de ambos (naranja).

Después de tan buena descripción de su bicicleta, le pregunté que si también le había puesto nombre. Me dijo risueña que no le había puesto nombre pero ya que en China no tenían tantas ataduras religiosas como en otros países que podía bautizarla en un periquete y desde la distancia. Dicho y hecho porque nos comunicó que desde ese momento la bicicleta quedaba bautizada se llamaría Heidi. Así que en ese momento me hacía una idea bastante clara de cómo era Heidi pero todavía no la conocía.

Después de ese café nos despedimos y nos retiramos de camino a casa. Yo personalmente camino del metro pero con la mala fortuna que cuando llegué a la estación el metro acababa de cerrar sus puertas. En ese momento mi amiga Dominique tuvo la amabilidad de acompañarme con su bicicleta hasta la estación de metro donde nos había dicho Jing que estaba aparcada Heidi.

Estos parking de bicicletas están abiertos las 24 horas. Uno de los dos guardas que allí había estaba a punto de dormir sobre una fila de varias bicicletas. La búsqueda iba a ser un poco más fácil por el menor número de bicis que había por la noche. Comenzamos buscando por las bicis con bolsa en el sillín, pero no funcionó porque ninguna de ellas era verde. La cesta blanca y el color verde nos ayudó a identificar otra candidata. El candado se resistía en un principio pero finalmente hizo clic y se abrió. En ese momento acaba de conocer a Heidi.

Ahí no había acabado todo. El recibo que colgaba de la bici indicaba que había estado aparcada durante 10 días sin moverse. Jing me había avisado previamente que el precio era unos 0,05 Eur/día, pero el guarda parece que quería aprovechar la ocasión e inicialmente me dijo el doble (0,1 Eur/día). Después de un poco de regateo, muy habitual por estas tierras lo dejamos en 0,06 Eur/día, así que le pague 6 yuanes (0,6 Eur) por el parking que era lo mismo que pagaba por la bici. Incluso tuve que firmar y dejar mi teléfono en un libro de salidas antes de salir con la bicicleta. Dominique me indicó cómo llegar a mi casa, nos despedimos y comencé a pedalear bien pasada la media noche durante media hora hasta que llegué a casa con Heidi, mi nueva bici.