Hace ahora un mes me pegaba el primer baño de la temporada en aguas de Hong Kong donde la temperatura es más templada que en Bejing y donde hay mar donde bañarse... El pasado fin de semana, mi teléfono móvil quiso hacer lo propio en el lago de Hangzhou, ciudad sita cerca de Shanghai.Mi mano se rozó con un viandante y mi teléfono cayó al suelo, la inercia de la caída le llevó hasta el agua. Tanto un par de viandantes, como yo, vimos como se sumergía poco a poco pero sin posibilidad de cogerlo y haciendo glu-glu-glu.
La persona que lo vió hizo la primera llamada y la policía acudió rápidamente. El primer intento, tras
indicarles donde se encontraba aproximadamente fue con una especie de limpiador de fondo de piscina (i.e. palo largo con cesta en su extremo). En ese momento, un Chino experto le decía que ese no era un buen método y hacía gestos con la mano indicando otro método que yo en ese momento no podía entender.Un par de llamadas más fueron necesarias - todo eso pasaba mientras yo estaba sentado en una silla que me habían traído para que se me pasara el mal rato - hasta que unos pocos minutos después llegara un barco pequeño con dos personas abordo. Venían con otro palo de metal que disponía de un imán en su extremo. Diez minutos bastaron para que sacaran el móvil del fondo de la bañera, digo del lago.
Les agradecí mucho su trabajo e incluso quise recompensarles económicamente, pero sólo quisieron me aceptaron las gracias. En su mirada quise observar que decían que ellos hacían su trabajo y ya les pagaban por ello.
Sólo 45 minutos antes, cuando el móvil quiso darse su primer baño de la temporada, mis esperanzas de recuperarlo eran muy remotas. China me sorprendió muy gratamente ya que me atrevería a decir que pocos lagos del mundo tienen un
servicio salva-móviles tan eficiente.
